

EL MURAL MÁS GRANDE DE CARTAGENA
A través de las redes sociales más de 8000 cartageneros y visitantes votaron y escogieron entre tres imágenes, que representaban la afrocolombianidad y los personajes de la obra El Amor en los tiempos del cólera, su preferida para retocar el que es hoy el mural más grande de Cartagena.
Con apoyo de San Francisco Getsemaní y Vértigo Graffiti, en febrero de 2019 se cambió la obra “Prisma Afro” por “El mercado de los pescados de oro”.
La imagen se puede observar en un hotel ubicado en el sector La Matuna, del centro de la ciudad.

ÁNGELES SOMOS
Ángeles Somos, una importante tradición de Cartagena, pero que ha sido olvidada poco a poco por otras tradiciones extranjeras como Halloween, el año pasado tomó fuerza gracias al apoyo de varias instituciones, entre esas San Francisco Getsemaní.
En Ángeles Somos los protagonistas son los niños, quienes a través de cánticos como “Tintililillo”, reúnen, gracias a la solidaridad de sus vecinos, comida y con ella los adultos hacen un delicioso banquete que se reparte entre todos.

EL MURAL MÁS GRANDE DE CARTAGENA
A través de este proyecto se resalta la cultura, historia y vivencias del barrio más tradicional de Cartagena: Getsemaní.
El Getsemanicense es una completa plataforma informativa que incluye una revista física y digital con circulación mensual, entregada directamente en los hogares y negocios ubicados en el barrio, de manera gratuita.
Gracias a este medio informativo los getsemanicenses se han sentido identificados y empedrados, pues ellos son los protagonistas de las historias y artículos que en esta plataforma se cuentan.

PRODUCCIÓN DE LIBRO
Getsemaní es un barrio rico en cultura y tradición, por ello para San Francisco es importante plasmar todas esos aspectos, anécdotas y vivencias que lo identifican, en libros.
Debido a lo anterior, hemos apoyado a autores del barrio que buscan que las nuevas generaciones conozcan realmente cómo vivían sus antecesores, cuáles eran los deportes que practicaban, el tipo de música que escuchaban, qué comían y hasta cómo hablaban, como un intento por rescatar este patrimonio material e inmaterial de la ciudad